domingo, 25 de julio de 2010

LA ESCUELA DE MEDICINA “JOSÉ MARÍA VARGAS”




BREVE INTRODUCCIÓN HISTÓRICA: PROPÓSITOS,  CREACIÓN E INICIO

Dr. Ángel González Luque

El año 1961 constituyó un hito relevante en el  desarrollo de la educación médica en Venezuela.  Ese  año fue instituida oficialmente la Escuela de Medicina  “José María Vargas”, adscrita a la Facultad de  Medicina de la Universidad Central de Venezuela, cuya  facultad, desde ese momento, comprendía las dos  Escuelas de Medicina, Vargas y Razetti, además de las  Escuela de Bioanálisis y de Nutrición Dietética.

  Con el traslado de las Cátedras Clínicas al recién  inaugurado Hospital Universitario de Caracas, en 1957, y  asentadas las Cátedras de ciencias Básicas en los  Institutos Anatómicos y de Medicina Experimental de  Parasitología y Medicina Tropical en el Instituto de  Medicina Tropical, de Anatomía Patológica en el Instituto  Anatomopatológico y de Higiene y Medicina Preventiva  y Social en el Instituto de Higiene, todos en el campus de  la Ciudad Universitaria, algunos distinguidos Profesores de  las Cátedras Clínicas permanecieron en el antiguo Hospital  Vargas de Caracas.

  Quienes allí continuaron con la enseñanza clínica, comenzaron  a madurar la idea de una nueva escuela médica,  con características novedosas en cuanto a enseñanza.
  Investigación y extensión, en fin una Escuela de  Medicina diferente a las tradicionales existentes en el  país.

 En tal circunstancia, dos sobresalientes Profesores  de la Cátedra de Clínica Dermatológica y luego del  Instituto Nacional de Dermatología, los Dres. Jacinto  Convit y Francisco Kerdel Vegas, quienes habían  establecido valiosos contactos en la renombrada  Escuela de Medicina de la Universidad de  *  Profesor Titular Jubilado, Facultad de Medicina, Universidad  Central de Venezuela  Stanford, California, USA, durante su permanencia en  tan reputada Universidad, dieron a conocer el alto nivel  académico de la misma y la filosofía de su docencia.

  Durante la gestión rectora) del Dr.  Francisco de Venanzi  y la decanal del Dr.  Rafael José Neri, uno de los  miembros del personal docente de la Facultad de  Medicina, adscrito al Hospital Vargas, en el Servicio de  endocrinología, el Dr.  Luis Manuel Manzanilla, bajo  auspicios de la Facultad de Medicina, permaneció  durante un año en la Universidad de Stanford,  California, y recogió valiosa información de sus facilidades.

  En esa oportunidad, en vista del interés existente en la  Facultad, visitó Caracas el entonces Decano de la  Escuela de Medicina de Stanford, el Dr.  Alway, quien  sostuvo interesantes reuniones con autoridades y  Profesores de la Facultad de Medicina y autoridades  rectorales de la Universidad Central de Venezuela.

 El  Dr.  Alway regresó a California, a la Universidad de  Stanford, visiblemente motivado y con deseos de prestar  su colaboración al proyecto.   Fueron años de reflexión y entusiasmo, y gestiones  difíciles.

 Mucho ayudó la decisión siempre favorable y  entusiasta del Decano Neri, del tren directivo que lo  acompañaba y de la mayoría de los miembros del  Consejo de la Facultad de Medicina, algunos de ellos,  Profesores en el Hospital Vargas.

 Ilustres Profesores de  dicho Hospital, los Dres.  Fernando Rubén Coronil,  Francisco Montbrun, Otto Lima Gómez, Jacinto Convit,  Francisco Kerdel Vegas, Blas Bruni Celli, Miguel Ron  Pedrique, Eduardo Carbonell, Luis Manuel Manzanilla,  Jesús Mata de Gregorio, Francisco Castellanos, Feliciano  Acevedo Gallegos, Tulio Villalobos Capriles, Carlos  Hernández, Herman Wuani, Félix Eduardo Castillo,  Pedro Luis Ponce Ducharne, Carlos Moros Ghersi,  entre varios, dieron impulso a la idea de la nueva  escuela médica, y con la anuencia de las autoridades de Facultad, estimularon la posibilidad del traslado, desde la  Escuela Razetti, de algunos docentes de ciencias  básicas, con experiencia en investigación y docencia.

 Esto motivó el rechazo de algunos académicos de la  Escuela Razetti, los cuales, desde un principio estuvieron  en desacuerdo con el establecimiento de una nueva  escuela médica en la Facultad.

 Ello originó arduos y  prolongados debates en el Consejo de la Facultad de  Medicina, pero la hábil conducción de los mismos por  parte del Decano Neri y el apoyo irrestricto de algunos de  los consejeros, incluida la delegación estudiantil, llevó a  feliz término la aprobación de dichos traslados en el  Consejo de la Facultad y su tramitación favorable al  Consejo Universitario.
  El cuadro de docentes en Ciencias Fisiológicas se  completó con la incorporación de valiosos médicos  jóvenes, junto a otros destacados Profesores contratados  en el Exterior.

  El Departamento de Ciencias Morfológicas se constituyó  con miembros del propio personal docente del Hospital  Vargas, algunos con experiencia dilatada en las enseñanzas  anatómicas e histopatológicas, además de otros  médicos jóvenes con acendrada vocación docente.

  En la Cátedra de Microbiología se incorporaron  igualmente Profesores contratados de experiencia en el  área y también médicos jóvenes dedicados.

 La  enseñanza en las Cátedras de Parasitología y Medicina  Tropical se cumplió, en los primeros tiempos, en el  Instituto de Medicina Tropical de la Ciudad Universitaria,  dirigido por el Dr.  Félix Pifano.

 El Departamento de Medicina Preventiva y Social, recibió  a docentes con vasta experiencia sanitaria, algunos  destacados funcionarios del entonces Ministerio de  Sanidad y Asistencia Social y quienes fueron  incorporados al personal de escalafón universitario por  acuerdo entre dicho Ministerio y la Universidad.

  La docencia clínica médico-quirúrgica se llevaba a cabo  en el Hospital Vargas de Caracas, con extensión al  Hospital “Jesús Yerena” en Lídice y al Hospital “José  Gregorio Hernández” del Seguro Social en San José.

 Las  docencias pediátrica y obstétrica en el Hospital de Niños  y en la Maternidad Concepción Palacios  respectivamente.  A las Cátedras Clínicas Médicas y Quirúrgicas y Auxiliares,  se incorporaron jóvenes médicos brillantes, algunos  con estudios de cuarto nivel en afamadas Universidades  del exterior, junto con destacados Profesores de las Clínicas,  además de los inicialmente señalados.

En el Hospital de Niños el personal docente estuvo  constituido por especialistas prestigiosos en el área  pediátrica.

 En la maternidad “Concepción Palacios” por el  personal docente de la Facultad, de amplia experiencia  obstétrica.

  ¿Por qué otra Escuela de Medicina en la misma Universidad?  Conviene reiterar que el leit-motiv fue alcanzar una  Escuela de excelencia.

 Para la época en América Latina  se contaban algunas con ese desideratum; entre ellas la  Escuela de medicina de Ribeirao Preto, Brasil; la Escuela  de medicina de la Universidad de Calí, Colombia; la  Escuela de Medicina de la Universidad de El Salvador, El  Salvador.
  Bajo la premisa de un cupo máximo de 60 alumnos por  curso, se pensó dotar a la Escuela de instalaciones suficientes  para una enseñanza acorde con dicho número.

  Aun cuando ese cupo se llenó en respuesta a la solicitud  de los aspirantes interesados, inicialmente se discutió la  conveniencia de definir con claridad una política de  captación y admisión de los aspirantes, en base a  métodos adecuados de selección, siempre en  concordancia con la capacidad docente.

 Sin embargo, la  reiterada presión estudiantil para lograr la ampliación del  cupo de la Facultad de Medicina (en la época la Facultad  realizaba formalmente un examen de admisión), condujo  a que años más tarde, nuevas autoridades introdujeran  un curso básico común, el cual devino en la Escuela  Básica de la Facultad para todos los aspirantes de la  misma.

  Lamentablemente, así se incrementó el número de aspirantes  para la Escuela Vargas, por encima de los 60 inicialmente  acordados para el ingreso inicial a la Escuela.  Si bien en lo que respecta a Ciencias Fisiológicas los  laboratorios de práctica entonces denominados  multidisciplinarios no fueron diseñados ni construidos  debidamente, y ulteriormente debieron modificarse, si  fueron al principio suficientes para el número de alumnos.

 Los salones de prácticas para las Cátedras de Anatomía  e Histología fueron adaptados a su propósito.

  Debe aclararse que aun cuando existía una pobreza  relativa de recursos materiales, en comparación con otras  escuelas médicas, y particularmente con la Escuela de medicina  de la Universidad de Stanford, a la cual algunos  hubieran deseado emular, ello se compensaba con el entusiasmo  y la dedicación del personal, incluido el personal  auxiliar docente y el administrativo obrero.

  Los años tan difíciles en el devenir político de los años  primeros de la década de los 60, con las continuas  interrupciones de labores en la Ciudad Universitaria,  tuvieron una repercusión muy limitada en la Escuela  Vargas, aún durante el prolongado allanamiento de la  Ciudad Universitaria, durante el cual las actividades  administrativas, docentes y de investigación en la  Escuela Vargas permanecieron inalterables.

 Ello se debió  en parte a lo distante de la Escuela del campus  universitario.
 
LA ESTRUCTURA ADMINISTRATIVA 

La incorporación del calificado personal antes señalado y  espacios cedidos para el inicio de las clases en el antiguo  Departamento de Anatomía Patológica del Hospital  Vargas, por el Dr.  Blas Bruni Celli, Jefe del servicio de  Anatomía Patológica, y en salones del Hospital, permitió  la instauración de la que inicialmente fue conocida como  coordinación docente, adscrita a la faculta de Medicina,  bajo la responsabilidad del Dr. Luis Manuel Manzanilla,  hasta que el año 1961 el Consejo Universitario de la  Rectoría del Dr. Francisco De Venanzi, aprobó la Escuela  de Medicina “José María Vargas”, con todas las  atribuciones de Ley, el Dr.  Manzanilla fue su primer  Director.

  Poco después, el asiento de las oficinas administrativas y  de las Cátedras de ciencias Básicas, se mudó al edificio  adaptado a propósito frente a la antigua Plaza de San  Lorenzo, en la Parroquia de San José.

 Este edificio fue  construido durante el denominado Plan de emergencia, y  en su conclusión, adaptación y mobiliario jugó un papel  significativo el Sr.  José Agustín Catalá, quien bajo el  Gobierno de entonces tenía alta responsabilidad en el  susodicho plan.

  Para el momento de aprobación de la Escuela se instaló  la Oficina de Control de Estudios, con personal de  experiencia proveniente de la misma Oficina de la  Facultad, lo cual permitió la elaboración de las fichas  académicas de los alumnos y el seguimiento de las  mismas a través de las calificaciones de exámenes,  además de las otras responsabilidades inherentes a  dicha oficina.

 Así mismo, se instaló la Biblioteca  de la Escuela, con personal proveniente de la  Biblioteca y del Instituto de Medicina Experimental, fue  dotada con obras de consulta y publicaciones científicas  periódicas.

  LOS ALUMNOS 

La idea era desarrollar en los alumnos condiciones de  liderazgo en la práctica clínica y en la medicina científica  y propiciar en ellos un pensamiento analítico y crítico.

  Además de enfatizarles la relevancia de las ciencias  médicas básicas, señalarles igualmente el papel tan  importante de las ciencias sociales y de la conducta, de  la ética médica, de la promoción de la salud y la  prevención de la enfermedad, todo lo cual les  garantizaría un comportamiento adecuado en el ejercicio  de la práctica profesional.

  Se procuró siempre un ambiente educativo estimulante  de la diversidad científica e intelectual con flexibilidad  curricular, particularmente aprovechable por los alumnos  altamente motivados con capacidad para continuar su  aprendizaje aún después de egresados.

  Debieran distinguirse por su integridad, carácter, motivación  firme, amplitud, capacidad para el trabajo intenso,  liderazgo, adaptabilidad, tolerancia, sensibilidad, moralidad,  conciencia social, discurso articulado en el lenguaje  simbólico de la ciencia, habilidades de comunicación y de  toma de decisiones.

  En cuanto al currículum, se promovió la integración horizontal  y vertical de las asignaturas que lo constituían, y  en cuanto a la práctica hospitalaria se procuró el más  pronto contacto entre el alumno y el paciente.

  Se estimuló el diseño de métodos adecuados y  coherentes de evaluación de los alumnos, en relación  con los objetivos propuestos en el currículum.

  La estructura curricular abarcaba 12 semestres, los 2 últimos  con internado rotatorio a través de las Clínicas Médica,  Quirúrgica, Pediátrica y Obstétrica.

  LOS PROFESORES 

Se concibió la idea que el profesorado de ciencias  básicas permaneciera a dedicación exclusiva para  cumplir así con  mayor efectividad la dualidad docencia-investigación, particularmente  en Ciencias Fisiológicas.

 A la par que en las  mismas se incorporaron docentes de experiencia provenientes  de la Escuela de Medicina “Luis Razetti” y de la  propia plantilla docente y asistencial del Hospital Vargas,  lo hicieron también otros jóvenes médicos de decidida  vocación por la enseñanza y la investigación.

 Los  liderazgos de los Profesores Francisco Montbrun y  Edmundo Vallecalle Suegart, en Ciencias Morfológicas y  en Ciencias Fisiológicas, respectivamente, del Profesor  Carlos Luis González, en Medicina Preventiva y Social,  del Profesor Blas Bruni Celli, en Anatomía Patológica, de  los Profesores Fernando Rubén Coronil, Otto Lima  Gómez, Jacinto Convit, Jesús Mata De Gregorio,  Francisco Castellanos, entre otros, fueron fundamentales  para cimentar una enseñanza e investigación de calidad.
  Propiamente no fue definida una política de captación del  personal académico, pero los méritos científicos, docentes  y asistenciales, en relación con la misión institucional  del personal docente y de investigación incorporado, en  el cual numerosos profesores poseían una dilatada experiencia,  junto a los más jóvenes, escogidos en base a  concursos abiertos, lograron se formara una plantilla muy  valiosa.

  Si bien no se estableció un programa específico de desarrollo  profesional, algunos docentes e investigadores tuvimos  la oportunidad de acceder, mediante becas y/o año  sabático, a universidades extranjeras de prestigio internacional.

  Varios de los docentes jóvenes, igualmente  mediante becas, cursaron estudios de cuarto nivel y  alcanzaron su doctorado en instituciones universitarias  europeas y norteamericanas de alto rango académico, y  al reincorporarse a la escuela, constituyeron una masa  crítica importante, junto a los docentes veteranos, tanto  en docencia como en investigación.
  Uno de los aspectos más favorecidos fue procurar la mayor  integración entre las cátedras clínicas y las pre-clínicas.

  Experiencias muy interesante en nuestra Cátedra de  Fisiología, fue la incorporación del Profesor Francisco  Castellanos, jefe de la Cátedra de Pediatría, en la  enseñanza de los aspectos fisiológicos del recién nacido  y del niño.

  Al inicio se instauró el régimen semestral, el cual persistió  durante varios años.
 Razones de orden práctico lo  revirtieron a régimen anual.

  Se recuerda, en esos tiempos iniciales, el grado de  compenetración de los alumnos con sus profesores.

 Era  esa una de las razones de la dedicación exclusiva del  personal de Ciencias Básicas.
 El profesor permanecía en  la planta física de la Escuela, durante toda la jornada, en  sus labores de docencia y/o investigación, atento a  cualquier consulta del estudiante, en un ambiente de  mutuo respeto y alta compenetración.

 Pese a las  limitaciones materiales existentes, el uso de los  laboratorios multidisciplinarios y de las aulas compartidas  por las distintas cátedras, permitía a la vez un saludable  intercambio interprofesoral.

 Se adoptaron, sin duda,  modalidades pedagógicas de avanzada para la época.

  REFLEXIONES 

A 41 años de la experiencia fundacional de la Escuela  “José María Vargas”, el autor, cuyos estudios médicos se  efectuaron íntegramente en la Facultad de Medicina de la  Universidad Central de Venezuela y su aprendizaje  clínico en las viejas salas del antiguo y entrañable  Hospital Vargas de Caracas, fue privilegiado con una  beca profesora) en la Escuela de Medicina de la  Universidad de Stanford en los años 1963-64, a la cual  concurrió otra vez en año sabático durante 1978-79.
  Presenció e intervino en los intensos debates previos y  ulteriores a la creación de la Escuela Vargas, como  integrante del tren directivo de la Facultad de Medicina  (Director de la Escuela de Medicina de la Universidad  Central para la fecha), bajo el Decanato del Dr.
 Rafael  José Neri, cuyo interés sobre la misma fue primordial, y  luego como miembros por elección del Consejo de la Facultad.

  Formaba parte del personal docente y de investigación  de la Cátedra de Fisiología de la Escuela de Medicina  de la Universidad Central, y junto a dos de sus compañeros  de dicha cátedra, los Dres. Edmundo Vallecalle  Suegart (lamentablemente fallecido en plena madurez  creadora), y Thibaldo Garrido de Armas, uno de los  Profesores más tempranamente trasladados a la Escuela  Vargas en ciernes.

  Considera como esenciales las múltiples gestiones que  desarrollaron con el loable propósito de la fundación de la  Escuela, los distinguidos Profesores de clínicas del  Hospital Vargas otros que sería largo enumerar.

  Retrospectivamente, el autor considera que hubiese sido  más provechoso para el porvenir de la Escuela, haberla concebido inicialmente con un carácter experimental,  sin las ataduras reglamentarias inherentes a la Ley de  Universidades vigente, con una dinámica de  funcionamiento distinta a las Escuelas tradicionales.

  Ello hubiera permitido una selección más rigurosa del  alumnado, respecto indeclinable al máximo de 60  alumnos por curso, mayor flexibilidad curricular,  acercamiento más expedito a otras instituciones intra y  extrauniversitarias, dentro y fuera del país.

 El autor  quisiera enfatizar este último aspecto.

 Hubiese sido  especialmente provechoso para la Escuela el apoyo  económico de fundaciones privadas y publicas, incluso  algunas de estados Unidos de América; varias escuelas  médicas de América Latina se habían beneficiado  extensamente de esa ayuda (Verbigracia, de las  Fundaciones Rockefeller o Kellogg) entre las cuales  las citadas previamente en este ensayo.

  En cuanto al personal docente del autor, estima que  los profesores incorporados, tanto de ciencias Básicas  como de clínicas, cumplieron un papel acertado en sus  responsabilidades.
  Pese al interés de las autoridades universitarias y de la  Facultad, los trámites administrativos se cumplían con  lentitud, lo cual retardaba resultados de perentoria  necesidad en la escuela de formación.

  Profesores y alumnos nos sentíamos orgullosos de  aquella experiencia educativa y muchos tuvimos  fundadas esperanzas en su destino.

 Se trabajó con  ahínco y tesón, y a veces con incomprensión.

 Fue una  lástima no haber dispuesto a tiempo y desde el propio  comienzo, de mayores y mejores recursos para la  enseñanza la investigación.
 No se profundizó el  intercambio de experiencias con la Universidad de  Stanford, modelo de eficiencia pedagógica y  experimental en sus distintos departamentos, ni se  sostuvo la colaboración que la misma podría haber  prestado.

  En fin, los avatares de la política educativa no  permitieron se alcanzara la escuela médica de  excelencia a la que la mayoría de los profesores  aspirábamos en esos años iniciales.
 Correspondería a  las generaciones que siguieron retomar el camino, bajo  perspectivas tecnológicas que en aquella época ni  siquiera podíamos vislumbrar.

Dr. Ángel González Luque