martes, 4 de agosto de 2009

El Hospital Vargas

Las salas quirúrgicas del Vargas tienen más de dos años en una interminable remodelación

Todavía bajaba la neblina del Ávila en los pasillos del ala norte del Hospital, cuando aquella mañana del 15 de diciembre de 1979, nos disponíamos a presentarnos los tres residentes de primer año de cirugía que habíamos quedado escogidos a través de la selección hecha por la Universidad Central de Venezuela para el servicio de Cirugía III.

Como nos habíamos graduado en dicho centro no hubo muchas vueltas que dar y fuimos directo a dar dizque a la oficina del Dr. Fernando Rubén Coronil, al lado izquierdo de la sala 15, tocamos el picaporte de la vieja puerta, él mismo nos abrió, eran aproximadamente treinta metros cuadrados de piso de losa y paredes húmedas y frías, un viejo escritorio donde las sillas eran todas de madera y se nos permitió sentarnos.

El lado izquierdo estaba tutelado por el busto del Dr. Miguel Pérez Carreño y detrás de su silla dos banderas que se entrecruzaban en la mitad del escritorio, una de Venezuela y la otra de la Sociedad Venezolana de Cirugía. Nos atendió sin sonrisa y con respeto y nos dijo: "ustedes son mis manos y mis ojos, porque finalmente el responsable de lo aquí suceda soy yo", y recalcó "aquí no se viene a traer problema sino a resolver".

En el acto entendimos que no había excusa para hacer lo que se debía hacer. También nos regaló un ejemplar de su discurso en el VII Congreso Venezolano de Ciencias Médicas que intituló "Doctrina de la Cirugía" que era exactamente como la percibía, un apostolado donde lo más importante es el paciente desnudo de clase social, política, cultura y religión, lo importante era que era nuestro paciente; y así nos dimos cuenta que el tiempo y la distancia eran cortas para resolver problemas.

Por ejemplo, no se rotaban las guardias y eran fijas los sábados y el grupo restante asistía a la reunión del servicio el mismo día, sin que se moviera un alma hasta discutir el último paciente.

La construcción del Vargas con estricta disciplina fiscal (1988-1991) y la creación de las cátedras de Clínica y Patología Quirúrgicas, fueron indudablemente las bases de la organización de la enseñanza de cirugía en Venezuela, allí sentaron cátedra Pablo Acosta Ortiz con más de dos mil intervenciones y de allí salieron sus discípulos con los tropiezos del régimen político que mandó a encarcelar en 1908 al Dr. Rosendo Gómez Peraza por haber diagnosticado dos casos de Peste Bubónica en La Guaira por alarma.

Además de las penurias económicas a lo que se refería el Dr. José Gregorio Hernández durante la pandemia de gripe "Española" en 1918 "al pueblo lo está matando el hambre, no la gripe". En 1936 cuando cae la dictadura hay un renacer de actividades y los hombres y mujeres del Hospital toman la responsabilidad de formar parte del conglomerado social al cual se deben.
Es como un desquite ante la dictadura que inhibió la mayor parte de las iniciativas.

Ese era el mismo Hospital donde vivió y murió el Dr. José Gregorio Hernández aquel fatídico domingo del 29 de junio de 1919, donde fue asistido en los momentos de su agonía por el propio Luis Razetti en un cuarto a la izquierda de la entrada principal. Después de las exequias fúnebres en el Paraninfo de la antigua Universidad Central fue trasladado a la catedral de Caracas, donde una multitud nunca antes vista del pueblo caraqueño lo reclama "ese muerto es nuestro" y se lo llevan a enterrar.

Por otra parte fue también el Hospital de Razetti quien introdujo las corrientes filosóficas del positivismo ya con muchos años de atraso, cuando todavía se creía en la teoría de la Generación Espontánea. Retiró el uso del purgante Calomel como tratamiento del Cólico Miserere (Apendicitis aguda) por el tratamiento quirúrgico de las mismas.

Es necesario insistir que el medio Universitario donde él se formó era absolutamente deficiente; le tocó estudiar Medicina Teórica sin cátedras de clínica, sin disección de cadáveres y a base de una paupérrima práctica hospitalaria, ésto es el acicate para emprender la modernización de los estudios médicos en Venezuela. Sea como fuere enseñaba a sus alumnos con sus errores. Como hombre público fue de una sola pieza demócrata por convicción y como pensador, creyente acérrimo de la libertad del pensamiento y de la conciencia.

Sin embargo, las salas quirúrgicas del Vargas tienen más de dos años en una interminable remodelación, siendo abandonado ya por los residentes de cirugía con toda razón, mientras agoniza el espíritu de la "Doctrina de la Cirugía" ante la ignominia de los responsables, cuando instituciones privadas como el Hospital de Clínicas Caracas remodeló toda su área quirúrgica sin cancelar un plan de intervención.

Será que los pacientes de cirugía del Hospital Vargas de Caracas son seres disminuidos desde el punto de vista bio-psico-social: por estar enfermos y no tener recursos recurren a hospitales públicos donde el derecho a la salud de una manera desmoralizante se convierte en una dádiva nominal.

Es obvio que no representan ninguna rentabilidad política, pero se equivocan los que así piensan porque el espíritu del Vargas, el mismo del Dr. Hernández, Razetti y muchos más prevalecerá, como dijo Jesús de Nazareth ante la suplica "Señor cura mi vida, bajo el amor de tu mirada buena", respóndele Jesús: "Vivir es una herida que sana con amor a la herida ajena".

Profesor de la Escuela Vargas UCV

jisaacpoly@yahoo.com

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